martes, 9 de octubre de 2007

El hallazgo




Resulta interesante reflexionar sobre las cosas que nos suceden a lo largo de la vida, las que nos resultan agradables, las que no lo son en absoluto, las que nos son indiferentes, las que nos enojan, etc. De todas ellas deberíamos aprender algo, extraer alguna conclusión, duda, sabiduría, o simplemente tomar conciencia del hecho.

Es curioso observar que muchas de las cosas que nos van sucediendo, a veces hemos tenido el deseo de que sucedan, casualidad, causalidad, destino… a mi me gusta referirme a lo que A. Jodorowsy, define como la “danza de la realidad”, lo que deseas aparece, de manera súbita, inesperada, solo con desearlo o simplemente con pensarlo, se materializa.
No es, evidentemente algo que sucede siempre, pero si en muchas ocasiones, para los creyentes puede ser el fruto de sus plegarias, de sus deseos de buen corazón, para otros el fruto de una búsqueda, de un trabajo, pero da igual “aparece” y eso es lo importante.

Mi encuentro con el Kyudo, sucedió así, apareció.

Este hecho aislado podría no haber pasado de una anécdota personal, pero resulto que lo que para mí fue un hallazgo, lo fue al mismo tiempo para otras personas, con las que tenía un vínculo de ocio común, pero que eran en el aspecto personal desconocidas para mí.

Juntas asistimos a un curso de este arte japonés con una buena dosis de curiosidad, alguna expectativa y sin ninguna idea preestablecida de lo que sucedería más tarde.
Después de un fin de semana de torpes movimientos y grandes frustraciones, la práctica del Kyudo había germinado en nosotros, ya era un camino que habíamos decidido emprender, camino duro pero gratificante, hemos atravesado momentos de gran dificultad, de aislamiento, de desorientación, pero estas dificultades no han hecho sino reforzar esa unión y ese esfuerzo que hasta la fecha continúa sin el menor requebranto.

Así nació el Dojo de Kyudo de Mallorca, que lejos de convertirse en una practica privada de un grupo de amigos, se ha ido enriqueciendo con la incorporación de otras personas para los que el Kyudo, también ha sido un hallazgo, algo que cuando empezaron quizá no suponía nada especial para ellos, solo una actividad interesante que merecía ser probada, pero que estoy seguro que enriquecerá su vida por el periodo que sea, nada es eterno y la práctica del kyudo tampoco, también estoy seguro de que no ha sido así por casualidad, ha sido así porque, así tenia que ser.

Los acontecimientos que han ido marcando el funcionamiento del Kyudo en Mallorca no hacen sino ratificar que “la danza de la realidad” se mueve, así se han ido sucediendo hechos, visitas, acontecimientos, que contribuyen a que el kyudo sea algo que se desarrolla solo, simplemente empujado por los acontecimientos, yo diría que nuestra voluntad, solo es una pequeña parte de una voluntad que escapa a nuestra percepción, pero que más da, es fantástico que así sea.

Nosotros mientras tanto, seguiremos empeñados en aprender kyudo, arte en el que los conocimientos se adquieren a pequeñas dosis, con la paciencia que requiere la realidad, ella es la que manda.

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