domingo, 7 de septiembre de 2008

El Sensei

Desde que empecé mi andadura por el Kyudo he de reconocer que no he prestado la debida atención a quien ahora considero pieza fundamental del aprendizaje del camino, el Sensei.

Al principio ves a los senseis y sempais, como personas que te suministran importante información y a los que puedes ver realizar un Kyudo que para ti es inalcanzable en esos momentos, te enseñan los principios y la forma, te hablan de la etiqueta, del respeto y de los valores que el Kyudo aporta, esta situación es fantástica para el aprendiz y además hay muchos, lo que nos permite cambiar de sensei y sempais según convenga.

He tardado 9 años en aprender algo que debería haber aprendido el primer día, pero que por mi ignorancia y una cierta autosuficiencia era incapaz de ni tan siquiera plantearme, la de la fidelización con quien te enseña la vía, tu sensei.

En Kyudo y en general en el Budo, todos tenemos la tendencia a pensar que al final seremos nosotros mismos los que nos convertiremos en nuestros propios maestros y sacaremos nuestras propias conclusiones, tras analizar y procesar lo aprendido y recogido en cursos, seminarios, prácticas, senseis europeos, senseis japoneses, libros, videos y un largo etcétera, nada más lejos de la realidad.

Es cierto que aprenderemos técnica, conceptos, formas y muchas cosas más, pero el aprendizaje así tiene una carencia importante y supone para mí, un insalvable escollo en el proceso de desarrollo de uno mismo, no enseña a confiar en el sensei, a sincronizar con el, a considerar que él es la persona que, sin interés alguno, te guiará de manera correcta por el camino.

Valores como la honestidad, la confianza, la humildad, el respeto hacia lo que el Kyudo representa, la honradez en las relaciones con los demás y la adecuada interpretación del orgullo propio, son esenciales para tener un buen desarrollo.
Estos valores en el Kyudo, no pueden ser aprendidos de una manera verdadera, sin establecer un autentico vinculo de total confianza con el sensei, él es el que tocará nuestro subconsciente y permitirá una correcta evolución del practicante por el "do" del Kyudo.

En los tiempos actuales resulta bastante difícil, por no decir casi imposible, aceptar lo que acabo de enunciar, todo se cuestiona, todo se justifica, todo tiene interpretaciones personales variadas, todo es relativo y mejorable, puede que sea así, pero para practicar verdaderamente Kyudo creo que ese es el camino correcto.

Eso sí, un verdadero sensei, es alguien con una trayectoria larga, con unos conocimientos del Kyudo profundos, con un grado alto, una persona de honor, con una actitud que deje entrever los valores del Kyudo, de ninguna manera puede ser alguien que se lee un libro, hace unas practicas y se autoproclama sensei, como suele pasar en otras ramas del Budo.

Sep sensei, nos ha transmitido conceptos como “Sunao”, “Issho kenmei”, “Shimbo” e “Isshin” conceptos desconocidos para mi y que además he podido comprobar que no son solo palabras vacías puestas en un papel, sino que son elementos esenciales en la práctica del Kyudo, elementos que deben estar presentes siempre en la actitud del aprendiz, del que desea verdaderamente evolucionar y alcanzar una perfección en el desarrollo del camino.

El Kyudo es japonés, es Budo, está impregnado de cultura japonesa por todas partes, tiene ritos del shintoismo, algunos valores del budismo, una manera de ver las relaciones humanas y sociales particular y una manera concreta de ser enseñado y aprendido, no es cuestionable ni interpretable, es sencillamente así.

La cuestión es que lo practicamos no japoneses, con nuestra visión cultural particular siempre difícil de modificar, con “peros”, con dudas, con tendencia a cuestionarlo todo a elegir lo que nos gusta y lo que no, a mirar de reojo cualquier actitud que nos cree una molestia, esto hace muy difícil aceptar que el sensei con sus virtudes y defectos sea la persona en la que haya que confiar plenamente, pero hacerlo es una muestra de evolución en el Kyudo, no es obediencia ciega, no es esclavitud o servilismo, es respeto, es honor, el sensei por su propia condición ya lo tiene.

Todo lo dicho, evidentemente, no es incompatible con nuestra condición suprema de personas libres que libremente elegimos con quien aprendemos y decidimos si queremos seguir por la vía o no.
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