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Al poco tiempo de empezar a practicar Kyudo, se empiezan a oir palabras
como, verdad, sinceridad, cortesía y etiqueta, son palabras que siempre hemos
escuchado a lo largo de la vida, pero que en Kyudo se repiten de una manera
especial.No es nada exclusivo del Kyudo al contrario, estas virtudes o mejor,
aspectos, son comunes en muchísimas actividades de la vida, yo diría que son
valores universales de los que todo el mundo echa mano, religiones, empresas,
políticos, educadores y un largo etcétera…
Pero yo solo escribo mis reflexiones en este blog sobre Kyudo e intento
entender que representan estos valores aplicados a este arte, a este camino.
En el “Kyudo Manual Vol I” encontramos ya en
su pagina 9 la primeras referencias a estos concepto "Los aspectos más
destacables en Kyudo son dos sinceridad y cortesía”, a lo
largo del manual son muchas las ocasiones donde la sinceridad aparece como una
virtud imprescindible a conseguir para la correcta práctica y desarrollo del
Kyudo.
Reconozco que cuando empecé y lo leía, no le prestaba la debida atención,
mis preocupaciones estaban en cosas más próximas, manejar el arco y las flechas
con algo de soltura e intentar descubrir como caminar, moverme o simplemente
estar de pie con el arco y las flechas de una manera correcta.
La sinceridad y la cortesía al ser conceptos que mi cabeza traducía
automáticamente, a valores ya conocidos en la vida, no me preocupaban
demasiado, grave error…
Grave error porque la sinceridad, es un concepto habitualmente verbal, uno
es verbalmente sincero, dice la verdad, o no y entonces miente. Pero en Kyudo
no se habla, en kyudo se tira con un arco y con unas flechas y la sinceridad se
debe “evidenciar”… aquí la cosa se complica, ¿que es tirar con sinceridad,
tirar con verdad, demostrar la verdad en el tiro?
No creo que nadie que no lleve ya muchos años practicando Kyudo pueda
expresar sinceridad en el tiro, de hecho creo que está reservado solo a las
personas que han entendido el Kyudo correctamente, han trabajado y han podido
desarrollar esa virtud, virtud que es precisamente para mi la “VIRTUD” a la que
el Kyudo nos debe conducir.
La cortesía es un poco más sencilla y debe ir siempre guiada por la
sinceridad, son inseparables, la cortesía la podemos aplicar sin haber
desarrollado la sinceridad, pero será una falsa cortesía, solo un conjunto de
normas y formas de etiqueta, que si no son realizadas con la sinceridad como
motor de esa cortesía, solo son gestos y comportamientos aparentes, vacíos,
pueden funcionar, que duda cabe, pero no es la cortesía que la práctica del
Kyudo pretende enseñar.
Yo aun no tengo claros esos conceptos durante mi tiro, durante mi práctica, pero
creo que he empezado a entender algo acerca de ellos.
El tiro debe expresar la personalidad y dignidad del arquero, debe de
mostrar su espíritu, su serenidad y su pureza de corazón, no debe haber
falsedad, doble cara, cuando lo realiza con otros arqueros no debe existir un
deseo de sobresalir, de destacar, por el contrario, es el grupo el que debe de
recoger la pureza de corazón de cada arquero y reflejar que todos los miembros
del grupo, del sharei, han conectado espiritualmente, hay buenos corazones, hay
armonía, hay humildad, hay belleza.
La cortesía y la etiqueta, con la sinceridad como valor principal, ya son
sencillas, es fácil ser cortes si hay buen corazón y la etiqueta es el respeto
hacia los demás, hacia los senseis, hacia las normas, la etiqueta en facil de
cumplir si la sinceridad es verdadera.
Es aparentemente fácil, lastima que nuestros corazones suelan estar
condicionados por nuestra mente, y ésta es, como dice en su blog Toni Serna,
tóxica, tremendamente tóxica y manipuladora del yo. Así inventamos reglas y
excusas, reinventamos definiciones con tal de no aceptar lo sencillo, lo
simple.
La simplicidad debería ser el motor de nuestras vidas, pero somos rebeldes,
nos gusta lo complicado, nos gusta el enfrentamiento, nos gusta la guerra, eso
sí, todo siempre disfrazado de falsa cortesía, de falsa sinceridad y si existe,
de una etiqueta hecha con reglas solo validas para permitir más discutir que
armonizar.
Duro y difícil camino.