martes, 10 de marzo de 2009

El camino del Kyudo


El Kyudo es un camino, la propia terminación “do” ya lo expresa, eso sí en japonés, pero yo siempre tengo mis dudas sobre su significado correcto cuando pronuncio o cuando me hablan del camino.

Si voy a una librería, siempre me resulta curioso ver el apartado o la zona dedicada a los libros “esotéricos”, generalmente llenos de gran cantidad de filosofías, caminos iniciáticos, métodos curativos, salud, religiones conocidas y desconocidas, chamanes, libros de cómo ser feliz y vivir la vida plena, etc. La gama es tan extensa como el librero quiera, ni te cuento si ya entras en una librería “especializada” en el tema, para aburrir.

Y la verdad es que me aburre, intento evitar siempre que puedo esas áreas, creo que están llenas de basura literaria, libros que repiten hasta la saciedad tópicos y que cuando los lees o son tontos o incomprensibles, hay excepciones claro pero son rarezas.

Pero mi reflexión, vuelve al Kyudo, mi camino, lo demás en este caso no me interesa.

Cuando empecé a practicar Kyudo, lo hice de manera casual, atraído por una actividad que me gustaba sin saber muy bien porque, quizás su sencillez y belleza estética dejan entrever algo que yo no alcanzo a concretar, pero si lo hace mi inconsciente, o tal vez no, es igual.

Empecé “el camino” del Kyudo, un aprendizaje sin literatura, sencillo que me interesaba y gustaba aprender, me preguntaba a menudo porque practicaba Kyudo, una vieja pregunta obligada que te hacen en los exámenes de grado, y no otra actividad de las muchas que hay por este mundo.

Yo a día de hoy sigo sin saber con certeza porque empecé a practicar Kyudo, pero tampoco me importa demasiado, lo que ahora sé es porque sigo practicando Kyudo y eso si es importante.

Todos tenemos curiosidad existencial, necesitamos conocernos algo más, investigar en nosotros mismos, descubrirnos un poco y eso se puede conseguir en la vida habitual, en el “camino de la vida”, pero a veces no es suficiente, la vida cotidiana es demasiado errática y rápida, no ofrece demasiadas oportunidades para buscar en uno mismo, hay trabajo, problemas, un ritmo de trabajo impuesto y la mayoría de veces algo frenético… malas premisas para intentar investigar en uno mismo, por eso la necesidad de buscar un camino diferente.

El Kyudo es un pequeño universo donde uno se explora, se aisla y medita, es uno de mis caminos, pero no el único, sí el más importante, porque de él, con su sencillez, salen las mejores enseñanzas para mí, que son fácilmente aplicables a mis otros caminos de la vida, todo se vuelve más sencillo, y ese logro es por aprender con el cuerpo y no con el intelecto, leer en abundancia sobre filosofías o caminos iniciáticos en mi caso solo atascan mi cabeza.

En el Kyudo al aprender con el cuerpo, se toma consciencia de él y se aprende a sentir y percibir, sin filosofía, sin intelectualizar nada, sin ir más allá del cuerpo.
Leí que el 90 % de las personas que empiezan a practicar Kyudo lo dejan, no me extraña y lo veo normal, practicar Kyudo ofrece pocas cosas al principio, la belleza e ilusión que atraen al principio se diluyen rápido, en cuanto aparecen las dificultades de enfrentarnos a nuestras limitaciones y ver por delante un camino interminable y sin final.

O’Brien sensei en unas reflexiones que leí lo expresa muy bien:

“En Occidente, tenemos la tradición de ver el intelecto como superior al cuerpo. Incluso aún cuando experiencias superiores lleguen a través de él, se lo sigue viendo simplemente como una herramienta. En las tradiciones orientales ésta división no existe y el cuerpomente se considera un fenómeno total incrustado en la realidad, con igual valor en todas sus partes. Todo se convierte en sagrado. Es muy difícil trasladar estas ideas a Occidente, porque tenemos una particular definición cultural de espiritualidad y conciencia religiosa, e incluso mistificamos una disciplina como el Kyudo con un halo esotérico, o lo tratamos de una manera demasiado utilitaria que niega el abandono a una realidad superior. Mi experiencia en Japón fue que el Kyudojin no habla sobre la filosofía del Kyudo, presumiblemente porque en realidad no hay que hablar sobre ello. La Belleza y la Verdad deben de ser experimentadas en el tiro.”

Estoy en un punto del Kyudo en el que voy entendiendo mejor que estoy haciendo, que compromisos tengo y hacia donde camino.


Voy a seguir por él espero que muchos años, sin abandonar mis otras realidades igualmente placenteras. El más allá no me interesa, a mi lo que realmente me gusta a rabiar es “vivir” y además VIVIR con mayúsculas, de manera divertida, el morir cuando llegue lo acepto, esta en el guión.

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